[ES] El gato honesto del pueblo del bosque, Miri
En un profundo y verde bosque, había una aldea donde vivía una gatita de corazón tierno llamada Miri.
Miri era más bondadosa que nadie, pero a veces, su corazón se debilitaba.
Un día, el mercado del pueblo estaba lleno de deliciosos pasteles de pescado.
"Wow... Realmente quiero comer uno de esos pasteles..."
susurró Miri, tragando saliva.
En ese momento, vio que la señora Mimi, la dueña de la tienda de pasteles, se había alejado por un momento.
"Solo un poco... Si tomo solo un poco, no pasará nada, ¿verdad?"
Miri miró a su alrededor, se acercó de puntillas y tomó a escondidas un pequeño pastel.
De camino a casa, su corazón se sentía cada vez más pesado.
"Miri, ¿de dónde vienes?"
preguntó Toto, su amigo la ardilla del bosque, acercándose.
Miri, escondiendo el pastel detrás de su espalda, respondió:
"Solo... estaba dando un paseo."
Esa noche, Miri miró el pastel, pero no pudo dar ni un solo bocado.
"¿Por qué hice eso..."
susurró con una voz pequeña que resonó en su habitación.
Al día siguiente, se armó un alboroto en medio del mercado.
"¡Ayer desapareció un pastel!"
dijo la señora Mimi con preocupación.
Los amigos que estaban cerca comenzaron a murmurar,
"¡Hay un ladrón en el bosque!"
"¿Quién será?"
El corazón de Miri latía con fuerza. Justo entonces, Toto se acercó y le susurró en voz baja:
"Miri, ¿acaso fuiste tú?"
Con los ojos llenos de lágrimas, Miri asintió.
"Lo siento... De verdad lo siento..."
Miri salió al frente de todos y confesó:
"Fui yo quien robó el pastel. Lo deseaba tanto que no pude resistirme..."
El bosque quedó en silencio.
Después de un largo rato, la señora Mimi habló con dulzura:
"Miri, gracias por decir la verdad. Pero debes asumir la responsabilidad de lo que hiciste."
Miri asintió.
"¿Podrías ayudar a limpiar el mercado durante todo el día?"
"Sí... De verdad lo siento."
Miri pasó todo el día barriendo el mercado y moviendo cajas.
Fue muy cansado, pero su corazón se fue aligerando poco a poco.
Cuando terminó de limpiar, la señora Mimi le entregó un pequeño paquete.
"Este es un regalo porque fuiste honesta."
Cuando Miri lo abrió, encontró una porción de pastel mucho más grande que el que había robado.
Pero Miri negó con la cabeza.
"Señora Mimi, muchas gracias... pero no puedo aceptarlo."
Y en silencio, se alejó del mercado.
Desde aquel día, Miri nunca volvió a mentir, ni siquiera ante la más pequeña tentación.